viernes, 27 de noviembre de 2015

No se explica

Inescrutables son los caminos de la lectura. Si no, ¿cómo es posible que abandones un libro que te aburre soberanamente y dos semanas después te tenga tan enganchada que te lo llevas hasta al trabajo?
No se explica. Tampoco que saltes de James Joyce a Megan Maxwell en cuestión de horas y que ambos te gusten, te transmitan.

Es curioso como a veces se acumulan varios libros sobre la mesa de noche y todos ellos con un punto de lectura más allá de la primera página. Y cómo te decantas por una historia más o menos frívola en función de la profundidad de la que acabas de terminar.

¿Por qué leemos lo que leemos? ¿Qué lógica siguen los gustos?

No se explica.

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